Sísifo el astuto: el mortal que murió 2 veces

 

Cuando se habla de Sísifo la palabra astucia emerge sola. Hijo de Eolo y rey de Corinto siempre se salió con la suya tanto en vida como en la muerte. Puedes engañar a un dios pero no aplacar su ira. La vida de un mortal tiene fin pero la de un dios no y bien sabe Sísifo que lo estarían esperando pacientemente con el peor de los castigos en mente. Antes de pasar con su mito más célebre vamos a contar brevemente cómo venció al rey de los ladrones: Autólico.

Sisifo VS Autólico

Autólico fue el abuelo materno de Odiseo. Hermes fue su padre y este le concedió el poder de alterar la apariencia de todo lo que robaba. Suena al sueño de todo ladrón, puedes robar la más valiosa gema y cuando vayan a pedirte explicaciones solo verán un guijarro común y corriente. Pues bien, un día Sísifo decidió competir en ingenio con Autólico, ya que este no paraba de robarle el ganado. ¿Cómo lo sabía? Muy sencillo, el ganado de autólico crecía al mismo tiempo que el de Sísifo disminuía. Sísifo estaba seguro de ello, pero al ir a reclamar el hurto, el ganado sustraído cambiaba en color y cuernos, por lo que era imposible denunciarlo. Un día se le ocurrió una gran idea ya que Autólico no podía cambiar de aspecto algo que le era ajeno. Por lo que inscribió en las pezuñas del ganado que le quedaba: “Autólico me ha robado”. La trampa funcionó y logró recuperar todo su ganado. También se dice que en ese viaje que hizo para reclamar el ganado sedujo a la hija de Autólico, Anticlea, dejándola embarazada. De ahí nació Odise.

Consigues el ganado de vuelta y seduces a su hija. Sísifo estaba en otra “liga”.

 

Sísifo, el mortal que engañó a la muerte

Este mito comienza con Zeus secuestrando a una ninfa (que novedad), esta ninfa en concreto se llamaba Egina y era hija de Asopo el dios de los ríos. Sísifo contempló el secuestro y dónde la escondió, pero él era un simple mortal, ¿Qué podía hacer? Nada, siguió a sus quehaceres, a todo esto vió a Asopo buscando a su hija y este le preguntó: “Mortal ¿no habrás visto a mi hija?”. En ese momento Sísifo vió la oportunidad de ser bendecido por el dios de los ríos, le dijo a Asopo dónde estaba su hija y este a cambio le otorgó una fuente de agua dulce a Corinto. Total, Zeus no tenía porque enterarse… Se enteró.

 

Zeus lleno de rabia por su secuestro frustrado envió a la Tánatos, dios de la muerte, a matar a Sísifo. Como se puede suponer la apariencia de Tánatos era muy desagradable e inspiraba terror. Pero Sísifo no era alguien que sorprendiera fácilmente, este recibió a Tánatos como quien recibe a un invitado muy importante y lo invitó a comer. De lo que no se dió cuenta Tánatos es que Sísifo lo acababa de encerrar en una celda. Durante un largo tiempo nadie murió, ahora el que estaba enfadado era Hades, le pidió explicaciones a Zeus y le exigió que lo resolviera. Zeus mandó a Ares a liberar a Tánatos y a escoltar a Sísifo al inframundo, sin engaños.


Los dioses no sabían todavía con quien se enfrentaban, antes de dirigirse al inframundo Sísifo le pidió a su mujer que no le hicieran “honras fúnebres” y su mujer sabiendo como era su esposo cumplió su petición a rajatabla. Una vez muerto y en el inframundo Sísifo empezó a atosigar a Hades con esta premisa: “Mi malvada mujer no me ha rendido honras fúnebres, ¡esto no puede quedar así ante tal ofensa!”. Hades al principio no le hizo caso pero terminó cediendo, lo devolvió a la vida y lo dejó volver a su casa para reprender a su mujer, pero que al terminar tenía que volver. Sísifo no volvió. Había vuelto a engañar a un dios.

Vivió durante muchos años hasta que creyó que ya era suficiente y accedió a que Tánatos se lo llevara. Volvió a morir, ahora de viejo. Él ya sabía que Zeus y Hades lo estarían esperando con un castigo ejemplar pues sus tretas, los habían ofendido hasta límites insospechados. 

Su castigo se basó en empujar una pesada roca por una ladera y cuando estuviera a punto de llegar esta se caería y volvería al principio del valle donde tendría que volver a subirla una y otra vez por toda la eternidad.